Buenas tardes queridos todos:
En esta ocasión voy a publicar una nota que decidí "colgar" en el muro o pared de mi perfil personal de facebook. Espero que sea del agrado de todos y que, cada uno saque sus propias conclusiones o enseñanzas, si la hubiese pues no soy yo maestro sino más bien un mero aprendiz.
Bien, hasta la próxima cita, cuídense y sobre todo; sen felices.
Mucho amor para todos.
ANTIGUOS PAISAJES
ANTIGUOS PAISAJES
Por
costumbre y norma ancestral tenía salir a pasear todas las tardes de los
sábados después una comida frugal. Hiciese frío o calor, daba lo mismo. No es
que la hubiese instalado, tal costumbre, de forma consciente o deliberada pero,
sin duda, algo así había ocurrido y como consecuencia de haber hallado el
disfrute máximo en una determinada ocasión, buscó repetir la acción con la
esperanza de poder repetir la consecuencia de esa búsqueda. En definitiva, por
medio del paseo de aquella tarde soleada de sábado, tenía la certeza y
esperanza de encontrar un pedacito de felicidad, de nuevo y no iba a renunciar
en esta ocasión.
Habíase
internado en el bosque más que de costumbre y perdido en sus
pensamientos, tal vez en huir un poco de la monotonía en la que se hallaba
encarcelado, se alejó un poco más...a terrenos no bien explorados. Tras la
sorpresa agradable de comprobar cómo por sí mismo iba derrotando y atravesando
límites siguió un cierto temor a lo desconocido. Era un tanto intrépido, pero
no por naturaleza, era más bien una persona domada por las costumbres y rutinas
que habían urdido una malla tan espesa en su vida que ni la luz del horizonte
se divisaba de igual forma como ahora.
Pensó
en retroceder y volver al sendero conocido, pensó en continuar un poco más y,
tras saciar su corta curiosidad, regresar por otro camino que hacia tiempo
había recorrido, en otras ocasiones anteriores. Al final, compelido y animado
por una voluntad aún más férrea que sus aparentes convicciones y costumbres y,
tras la vacilación por unos segundos, siguió adelante.
Lo
que después le sobrevino fue una euforia y confianza en sí mismo que no había
experimentado nunca antes. Se sentía borracho de sí y capaz de lograr cualquier
cosa que se propusiese. Su lucidez y claridad mental se habían agudizado hasta
el extremo de observar una realidad -antes opaca- mucho más brillante y nítida.
Una sonrisa se dibujó en sus labios...una sonrisa que provenía de su espíritu.
Ahora
llegó al límite de la región, en la falda de una montaña, había recorrido unos
quince kilómetros y no se sentía para nada cansado. No obstante, se paró unos
instantes delante de un árbol, el último árbol del bosque. Miró con atención a
aquel ser inerte en apariencia y, después, lo abrazó con mucho amor. Tras despojarse
de los restos del "yo" convencional del que hasta la fecha fuese,
siguió caminando a buen paso hacia la ladera de la montaña.
Llevaba
en su pecho una ligereza sin precedentes y un dulce calor en el centro del
mismo. Llevaba en sus manos tanta energía que sentía que podía volar si se lo
propusiese. A sus pies acudían las alas del mismo Hermes. Se encontraba
fascinado por el manantial de firmeza en el propósito que había encontrado.
No
le atemorizaba que el tiempo pasase, ni que se hubiese desviado de su ruta
tantas y tantas veces recorrida en ocasiones precedentes. Sentía que debía
seguir ascendiendo, pese a todo, se volvió a mirar hacia atrás. Fue un acto
reflejo, fue la ulterior manifestación del "yo" más primario o, tal
vez, fuese una especie de despedida, una que ni siquiera él sabía. Sus ojos se
posaron en el bosque que dejó atrás, en primer lugar y, tras recrear la vista y
el corazón en tan bello paisaje, se dirigieron escrutadores y melancólicos a la
población que un trecho más allá del mismo se asentaba. Vio una casa. La
reconoció en el acto y dos lágrimas salieron de sus ojos...pero no sentía pena,
solo amor y eso le sorprendió gratamente. Siguió ascendiendo...mientras
sonreía.
Pasados
unos minutos de ascenso pareció sumergirse dentro de una suave neblina
algodonosa, como si una nube le hubiera arropado. Sentía frío pero tras seguir
la marcha, se sintió mejor que nunca antes en su vida, una paz muy grande
ocupaba su ser. Fue en ese momento, fue en ese instante cuando perdió la
consciencia de su cuerpo, como si no fuera suyo, como si se desmembrase. Fue en
ese preciso momento cuando se sintió por vez primera en su vida
feliz....regresaba a la casa:
Él es como un árbol plantado al borde de las
aguas,
que produce fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se marchitan:
todo lo que haga le saldrá bien.
(Salmos 1:3)
Y, como de costumbre, para los más avezados les dejo una pieza musical para que, si así lo desean, mientras leen, puedan escuchar esta melodía. Espero que sea de su agrado:
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