Buenos días:
Utilizo hoy el personaje bíblico de Onán (Libro del Genésis, capítulo 38.7-10) con el objetivo de incidir en un aspecto psicológico que en el ser humano se plantea con suma frecuencia: el posicionamiento ante el Destino.
A continuación, reproducimos el pasaje de la Biblia en el que se alude a nuestro personaje de hoy:
7 Y Er, el primogénito de Judá, fue malo ante los ojos de Jehová, y le quitó Jehová la vida.8 Entonces Judá dijo a Onán: Llégate a la mujer de tu hermano, y despósate con ella, y levanta descendencia a tu hermano.9 Y sabiendo Onán que la descendencia no había de ser suya, sucedía que cuando se llegaba a la mujer de su hermano, vertía en tierra, por no dar descendencia a su hermano.10 Y desagradó en ojos de Jehová lo que hacía, y a él también le quitó la vida.
Sin llegar a la predestinación o el mero determinismo que anularía los esfuerzos del individuo por ser, el papel del Destino, en este caso, en el desarrollo de la existencia humana es crucial.
En ocasiones, cuando todo parece, en apariencia, superarnos, tendemos a pensar que el libre albedrío, la voluntad creadora ínsita dentro de nosotros, quiebra o se empequeñece por momentos y nos deja solos y desvalidos. Aún en estas situaciones de crisis latentes, la aceptación suele ser liberadora y permite el individuo tomar breve consciencia de sí y, por un instante, no aferrarse a la necesidad de creer, sino de ser.
Utilizo hoy a Onán como baluarte de esa lucha. Espero que el poema que he elegido y cuyo título lo dice todo "Origen y Destino" sea de provecho y de su agrado.
Como siempre, para los más avezados les dejo la siguiente música, de modo que, a la par que leen el texto, puedan disfrutar de la melodía:
ORIGEN Y DESTINO
Se postró la fuerza de la primogenitura ante mí,
por sorpresa, concebida la esperanza del destino que,
me aguardaba. Treinta y ocho días de reinado y ausencia.
La obligación impuesta por Judá dio nombre a mi negra
leyenda. A mi olvido, a mi castigo.
***
Treinta y ocho días en los que debí
todo cuanto fui a mi hermano mayor Er.
Así la tierra que pisamos, tú y yo, amada Tamar
oculta se vio de la semilla que nunca luz tuvo,
la que nunca fruto digno dio a la casa de Judá.
***
Por cuanto he amado, por cuanto he soñado, el precio
fue alto, pues, con mi vida lo saldé a los ojos
de nuestro Dios.
Los cielos se tornaron espesos aquella mañana y,
el presagio de una epifanía en mi corazón me llevó…
lejos y cerca, a despedirme de mi hijo, del hijo elegido,
Selá.
***
Un leve beso en su
frente ebúrnea, un destello de realidad,
ésta, bastaba para que se removiese en mis entrañas
el sentimiento de tragedia aceptada, libremente.
Pese a todo, mi alma brillaba en medio de la Luz verdadera.
El polvo de la tierra seca flotaba, transportándome al
horizonte.
***
Dime, Señor ¿es necesario un vano sacrificio?
Mi corazón, sin palabras, gritaba ante ti.
No obtuve respuesta ante mi insolencia. Pues,
la muerte liberadora hallé cuando iba con mi rebaño
Hacia las fuentes de Agar, en Selí.
***
No conocí redención alguna, mas, sí el Amor.
Nunca hube obrado mal ante la comunidad,
ni a tus ojos que, todo lo escrutan y juzgan.
Y, sin embargo, mi sentencia firmé por amar
de forma indebida, prohibida, sin frutos.
***
Derramé la esperanza de mi casa por amar.
Derramé treinta y ocho días mi corazón, por amor.
Derramé en la tierra el secreto de mi alma.
Derramé lágrimas de impotencia ante el Destino.
Derramo, ahora, la fuerza para cantar ante ti.
***
Esta, es la historia que te ofrezco, y consagro,
este es el secreto que, en tus manos deposito.
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